‘¿Qué hay de lo mío?’ La corrupción en el Egipto ptolemaico (i)

¿Alguna vez os habéis preguntado, amigas, cuánto de corrupta era la administración del Egipto ptolemaico (332-30 a. C.)? Pues sí, lo era. Y lo sabemos porque nos han llegado una buena cantidad de papiros que documentan prácticas muy familiares para los españoles: extorsión, cohecho, tráfico de influencias y un largo etc. Una auténtica orgía genovesa. De hecho, las prácticas corruptas están tan bien atestiguadas que he decidido inaugurar la serie, «¿Qué hay de lo mío?» para ir tratando cada una de ellas más detalle. La sección de hoy está dedicada a la madre del cordero de la corrupción: las redes clientelares.

¿Qué entendemos por «red clientelar»? Pues muy sencillo: una organización compuesta por un patrón (una persona con poder) y una red de «clientes» en la que se intercambia -de manera extraoficial- favores a cambio de apoyo. Redes clientelares a gran escala son, por ejemplo, las formas de gobierno del PSOE en Andalucía o el PP en Valencia (mi amigo Carlos Eguizábal lo explica muy bien aquí, en su artículo «Amiguetes del partido«). Teóricamente los sistemas democráticos y parlamentarios modernos, con limitación de cargos o la exigencia de cierta transparencia, tienden a neutralizar esta forma de ejercer el poder.  Menos en España, claro. Porque aquí cosas como la fiscalización efectiva de los partidos o los mecanismos de limitación del poder que acumulan los políticos ni están ni -de momento- se las espera.

Esta dinámica de protección a cambio de favores que describe Carlos hunde sus raíces en nuestro tradición grecorromana-mediterránea. En lo que respecta al Egipto ptolemaico, su modus operandi queda perfectamente reflejado en una carta escrita a un arrendatario de impuestos al secretario real del pueblito de Kerkeosiris en el año 117 a. C.

«[…]A Amenneus, el Secretario Real (basilikos grammateus), de Pnepheros, hijo de Paus, el arrendatario de los impuestos de la cerveza y el natrón en Kerkeosiris, en el distrito de Polemón, para el año 53. Después de haber recibido cierta información de que los habitantes del pueblo reclaman al unísono tu protección (τῆς σῆς σκέπης) y estando yo mismo deseoso de pertenecer a tu «casa» (εἶναι ἐκ τῆς οἰκίας) ya que recae en ti vigilar los intereses de la Corona, te suplico que ordenes que se envíe una carta a Demetrio, el Gobernador (τῶι τῆς κώμης ἐπιστάτει) del pueblo, A Nicanor el Jefe del Cuerpo de Guardía (ἀρχιφυλακίτει) y a Menches, el Secretario del pueblo (κωμογραμματεῖ), y a los cabecillas de los campesinos (τοῖς πρεσβυτέροις τῶν γεωργῶν) con las instrucciones para imponer a los habitantes las antiguas costumbres, de modo que yo pueda pagar lo que debo de manera regular [….]» (P.Tebt. I 40, Tebtunis)

La situación es como sigue: Pnepheros había arrendado la recaudación de los impuestos de la cerveza y el natrón. En el Egipto ptolemaico los arrendatarios no se encargaban de la recaudación propiamente (eso lo hacían los funcionarios). Ellos simplemente garantizaban la suma total de la recaudación. Si la recaudación era deficitaria, los arrendatarios abonaban la diferencia; si se producía superávit, para ellos era la ganancia.  Pero Pnepheros no era del pueblo: era un foráneo al que nadie conocía; un tipo sospechoso con el que los contribuyentes habrían tenido muy pocas ganas de cooperar. Para que el negocio le saliera redondo, necesitaba el apoyo de la «Casa» de Amenneus; la casa que proporcionaba protección a todo el pueblo de Kerkeosiris. Una Casa con tanto poder como para ejecutar toda la cadena de mandos.

¿Habría conseguido Pnepheros el apoyo de Amenneus? ¿A  cambio de qué? Pues a cambio del equivalente egipcio de los sobrecitos en B: los pagos regulares de manera extraoficial.

Menches, el Secretario del pueblo que aparece mencionado en la carta, es en realidad un tío muy famoso entre los papirólogos. Se nos ha conservado su archivo profesional compuesto por más de 150 papiros relacionados con sus actividades en el cargo: catastros, peticiones, cartas de y para subordinados y superiores, cuentas oficiales, y un largo etc. Entre sus papeles se encuentra, por ejemplo, un recibo de pagos en especie que Dorión, uno de sus clientes, le hacía con carácter anual:

«Menches, hijo de Petesoucho, Secretario del pueblo de Kerkeosiris en el distrito de Polemón, en el nomo arsinoita, a Dorión hijo de Ireneo, de los primeros amigos: yo reconozco que he recibido de ti en el año 51: 100 artabas de trigo[…], 20 artabas de lentejas, 13 de  judías, 13 de guisantes, 10 de semillas mezcladas, 4 de mostaza, 1 de orzo tostado. Total: 61 de leguminosas; 100 de trigo. A partir del año 52 deberás pagarme cada año 50 artabas de trigo […], sin litigio, juicio ni disputa ni querella de ningún tipo; o dos veces la cantidad mencionada o su precio, con una tasa de 2000 dracmas por artaba y [?] dracmas consagradas a los dioses Evergetas.» (P.Tebt. I 11, Tebtunis, 119 a.C.)

A continuación una prueba de agudeza visual:

P.Tebt. 1 11papeles de barcenas

Los sobornos a cambio de favores no habrían sido algo únicamente exclusivo de la política local de pequeños pueblecillos como Kerkeosiris: una comunidad rural y cerrada, donde las redes sociales y familiares son la base del prestigio y del poder. Probablemente ésta hubiera también sido la dinámica habitual de las relaciones entre el alto sacerdocio y la elite de la administración real. Conservamos, por ejemplo, una carta de un candidato al «lesonis» del templo de Khnum (es decir, un candidato a jefe de las finanzas de uno de los templos más ricos de Egipto) dirigida a un alto cargo de la administración local para que interceda por él ante el jefe de la Tebaida (un cargo muy relacionado con la corte real ptolemaica). Lógicamente con la solicitud de apoyo, se incluía la promesa de una jugosa recompensa económica:

«[…]Si es gratificante para ti, y te afanas en mis asuntos en presencia del Jefe de la Tebaida y haces que sea nombrado lesonis de Khnum por el dinero, 20 deben sobre los que he escrito al Jefe de Tebas, yo daré el dinero: 5 deben […]» (P.Dem. Berlin 13543, Elefantina, 219 a. C.)  

100 artabas de trigo. 5 deben. Unos trajes. Unos bolsos Louis Voutton. Un viaje con los críos a Disneyland. O unos billetes metidos en sobres. Qué más da. 

Bibliografía:

Crawford, D. (1978): «The Good Official in Ptolemaic Egypt», en Maehler, (ed.) Das Ptolemäische Agypten: Akten des internationalen Symposions 27.-29 September 1976 in Berlin. Main, von Zabern.

Porten, B. et al. (2011): The Elephantine papyri in English : three millennia of cross-cultural continuity and change, Atlanta : Society of Biblical Literature.

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